Ciencias de la Vida, Mujer y ciencia

Tu Youyou, médico

Mis padres siempre creyeron que una buena educación es vital, por eso intentaron darnos a mis hermanos varones y a mí acceso a las mejores escuelas de la región. En esas estaba cuando a los 16 años enfermé de tuberculosis y tuve que quedarme en casa un par de años para recuperarme. Así descubrí mi vocación por la investigación médica. En cuanto sané, terminé el instituto y me matriculé en la Escuela de Medicina de Pekín, para estudiar ciencias farmacéuticas.

En la carrera estudié las plantas medicinales, aprendí a clasificarlas, cómo funcionan, cómo conservarlas y a extraer sus principios activos, y todo eso me vendría muy bien en el futuro. Durante otro par de años estudié medicina tradicional china. Y gracias a esto pude entrar como investigadora en la Academia de Medicina Tradicional China, en la que he desarrollado toda mi carrera.

Estalló la revolución cultural china y la guerra de Vietnam, y la malaria campaba a sus anchas, a través de los mosquitos que plagaban las selvas, causando más bajas entre los soldados que las balas. El gobierno chino lanzó entonces una investigación secreta (la misión 523) en busca de un medicamento para combatir la malaria. Yo fui parte de esa misión, primero atendiendo a los enfermos y después como investigadora principal.

Partimos de textos de la medicina tradicional china para buscar referencias y posibles tratamientos. Pero cuidado, que usásemos textos antiguos no significa que no pasásemos todas las hipótesis, experimentos y resultados por el rigor del método científico. No son incompatibles y se pueden obtener pistas interesantes para desarrollar.

Viajando a lugares remotos y buceando en bibliotecas antiguas recopilamos más de 2.000 recetas y remedios tradicionales. Tras una primera criba nos quedamos con 400 sobre los que centrar nuestra investigación. Una de las recetas, de más de 1.600 años de antigüedad, recomendaba beber jugo de ajenjo dulce para luchar contra la malaria. Probamos y vimos que se reducía el número de parásitos en ratones. Sobre esa pista y tras mucha investigación, ensayos y errores, logramos extraer la artemisina, un principio activo eficaz contra esta dolencia. Probamos en ratones, luego en otros animales, después en mí misma y … a salvar millones de vidas humanas por todo el mundo. Aquello me valió el Nobel de Medicina en 2015.

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