Mi padre era profe de matemáticas y física en un instituto así que la ciencia siempre la tuve muy a mano. En aquella época mi Polonia natal estaba ocupada por los rusos que prohibieron usar los laboratorios de las escuelas, así que mi padre desmontó el de su instituto y nos lo instaló en casa, ¡vaya regalo!
Las autoridades rusas no permitían a las chicas recibir enseñanza superior así que una de mis hermanas y yo nos apuntamos a una ‘escuela clandestina’ fuera del control de los ocupantes, pero eso no nos era suficiente, así que hice un pacto con mi hermana. Yo trabajaría para ganar dinero y dárselo a ella para que fuese a estudiar a París y luego ella haría lo mismo por mi.
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