Nací en la humilde granja de mis padres en un pueblecito de Francia. Allí dinero no había mucho pero campo, todo el que quería, así que me aficioné a las plantas, hierbas y flores que había por todos lados.
Quiso la casualidad que se mudase al pueblo de al lado el médico y naturalista Philibert Commerson. Entré a trabajar en su casa como asistenta mientras él se dedicaba a sus cosas de naturalista, pero al ver que yo era espabilada y que tenía buena mano con las plantas, me dio clases de botánica y empecé a ayudarle en sus trabajos. Y así, entre recoger muestras, preparar herbarios y tomar notas, nos hicimos más que amigos, ya me entiendes. 😉
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