Historia de la Ciencia, Mujer y ciencia

Caroline Herschel, astrónoma

Mi padre era músico militar del ejército prusiano en pleno siglo XVIII. ¿Os podéis imaginar alguien más estricto y severo que eso? Yo sí,… mi madre.

En casa a los hermanos varones se les enseñaba matemáticas, astronomía, filosofía y música y a las chicas a coser y cocinar para ser buenas madres y esposas. 🤦‍♀️

A mí me interesaba mucho más lo que aprendían los chicos y pegaba la oreja a sus clases. Mi padre se dio cuenta de que me gustaba y se me daba bien todo aquello, así que empezó a darme clases a escondidas para que mi madre no nos pillase.

Siendo muy pequeña la viruela me dejó la cara marcada y con diez años enfermé de tifus, como secuela me quedé bajita. Mi madre consideró que así no iba a encontrar marido y decidió que me encargase de las tareas de la casa. Mi padre ya no estaba para «defenderme», había fallecido. ¡Cuánto le echaba de menos!

William, mi hermano mayor, se había ido a Inglaterra como músico y le pedí que me llevase con él. Mi madre accedió a cambio de que William le pagase lo que costaba una asistenta, para que hiciese todo lo que yo hacía de gratis en casa. Amor de madre… Ya en Inglaterra, acompañaba como soprano a la orquesta de mi hermano, hasta que un día nos picó el gusanillo de la astronomía y cambiamos de trabajo.

Aprendimos a construir los más grandes y precisos telescopios del momento y eso nos permitió realizar multitud de nuevos descubrimientos astronómicos. Entre ellos el del planeta Urano. Esto hizo que nombraran a William astrónomo real y yo como su asistente, empecé a cobrar un sueldecito (1/4 de lo que cobraba mi hermano).

William era el que observaba por el telescopio y yo hacía las anotaciones y los cálculos según lo que me dijese, pero cuando él se iba de viaje y me quedaba sola, agarraba el telescopio y me ponía a hacer mis propias observaciones . Así descubrí hasta ocho cometas y cientos de nebulosas, estrellas y otros cuerpos celestes. Sí, era bajita, pero también la que alcanzaba a ver más alto que los demás.

Se fueron reconociendo mis méritos y mis aportaciones, de modo que cuando tenía 85 años me nombraron miembro de la Royal Society… más vale tarde que nunca.

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