El escepticismo no es una postura, sino una actitud y, además, se puede aprender. Basta con aplicar el pensamiento científico y fomentar el espíritu crítico. Nos lo transmite Michael Shermer, historiador de la ciencia y psicólogo, que desde hace años intenta comprender por qué pseudociencia y pseudohistoria tienen tantos adeptos en la sociedad de hoy.
Que los físicos alemanes quisieran o no fabricar la bomba atómica siempre ha estado en tela de juicio. Antes de la guerra Alemania era un destino privilegiado para todo científico, los mayores avances en ciencia y tecnología allí germinaban, era fácil suponer que lo conseguirían durante el régimen nazi. La sorpresa fue en realidad conocer su fracaso y escuchar después un sinfín de exculpaciones que han llevado a muchos a proclamar la superioridad moral del equipo alemán sobre los científicos del proyecto Manhattan, que sí lograron tan terrible propósito.
La mayoría de los científicos que no eran nazis pero trabajaron para Hitler adoptaron una postura dual; se centraban en la investigación objetiva y se adaptaban o sometían a la situación política en un aura de “pureza irresponsable”. Los aliados por su parte aplacaban su conciencia convencidos de que el enemigo avanzaba más deprisa hacia la bomba atómica. Hasta diciembre de 1944 no tuvieron certeza del fracaso de los alemanes, cuando llegó a Estrasburgo un grupo de agentes secretos, el equipo Alsos, liderado por Samuel Goudsmit, físico y políglota que conocía a Werner Heisenberg. El resultado de la misión, el reactor nuclear de Haigerloch, que nunca llegó a funcionar, y diez físicos capturados; incluido Heisenberg.
Lo llaman Ibuki, significa respirar en Japonés, y es el primer satélite destinado a observar cómo nuestro planeta inhala y exhala dos gases de efecto invernadero, dióxido de carbono y metano. El viernes 23 de enero la agencia japonesa JAXA lanzó este nuevo vigilante que, ya en órbita y antes de inciar su misión, sufrirá toda clase de pruebas durante los próximos tres meses. Mientras, otro compañero de vuelos se prepara. Se trata un observatorio orbital de carbono, denominado OCO, que la NASA pretende poner en el espacio durante el mes de febrero.
Ciencia y poesía comparten honores en la encuesta del Libro Gallego del Año. Lectores galaicos sitúan a «Pó de estrelas», del neurocientífico Xurxo Mariño Alfonso, en el mismo pódium que al poemario «Estúrdiga materia», de Luis González Tosar. Buena noticia para los amantes de la ciencia.
En el 2009 estamos a 400 años del telescopio de Galileo Galilei, a 200 del nacimiento de Darwin y a 40 de la llegada del hombre a la luna. Podemos elegir o quedarnos con los tres; Año Internacional de la Astronomía, año del «padre» de la evolución y, también, de los primeros pasos de Armstrong sobre la superficie lunar. Tres motivos de celebración sobre logros pasados.
Nuestro archipiélago canario, amenaza a escala planetaria. «Volcán» del novelista británico Richard Doyle recrea las consecuencias del colapso de un volcán de La Palma. Cumbre Vieja, ¿serás tú el segundo Krakatoa? Dicen que puedes partir la isla en dos, y si eso sucede toneladas de roca se precipitarán al mar creando un tsunami gigantesco. Una ola asesina dispuesta a engullir toda isla que se interponga en su camino hacia la costa este del continente americano. No olvidemos las mismas canarias, parte del litoral oeste de África, Portugal, España, Francia, Reino Unido y quien sabe cuántas costas más.
La ciencia es cultura y si en esta sociedad tecnológica que vivimos se están forjando nuevas culturas, la ciencia y la tecnología no pueden quedarse fuera de ellas. Imaginemos entonces un espacio de encuentro, un entorno informal, ameno, donde se puedan desarrollar inquietudes científicas y un espíritu crítico ante la ciencia y la tecnología, sin rígidas cargas académicas, sin mitos ni pudor, donde se vuelva a descubrir que la ciencia es un vecino más, accesible cada día con actividades de ocio y cultura, y hasta posible en el lenguaje coloquial. Porque en nuestros barrios, en nuestro tiempo de ocio, en nuestras preocupaciones hay espacio para la ciencia.
Doug y Dave en un momento creativo (1992). Circlemakers.
Dos amigos charlan sobre ovnis en un pub. Mientras degustan su cerveza comentan el tema, se ríen, y entoces se les ocurre que podría ser divertido engañar a los crédulos, «hagamos círculos en los cultivos«. Quince años de ingenio y creatividad, quince años de escapadas nocturnas para dibujar a lo grande sobre campos de trigo. Doug Bower y Dave Chorley tardaron en confesar su broma, tenían ya sus 60 cuando se decidieron.
¿Cuál es la responsabilidad moral de la ciencia? Una pregunta siempre abierta que despierta una y otra vez ante la guerra, que despierta mil y un debates. Como también se despertó en «Copenhague», la obra teatral del dramaturgo y novelista inglés Michael Frayn. En ella se intenta reconstruir lo que tal vez acaeció en un enigmático encuentro entre el físico danés Niels Bohr y su antiguo amigo y alumno, el alemán Werner Heisenberg.
Luis Vázquez Martínez (León, 1949), doctor en Ciencias Físicas, compagina sus responsabilidades de catedrático de matemática aplicada y profesor con actividades de investigación en proyectos de exploración de Marte desde la Universidad Complutense de Madrid. Hasta finales de mayo del 2007 ha sido el investigador principal de la participación española en la misión “Mars Science Laboratory” (MSL) de la NASA, y actualmente continúa su labor de investigación en esta misión como miembro del equipo finlandés. Es uno de los fundadores del Centro de Astrobiología del INTA y científico del Laboratorio de Computación Avanzada y Simulación de este centro.
La NASA lanzará el “rover” MSL en el otoño de 2009. Su tiempo previsto de duración es de un año marciano, equivalente a dos años terrestres. Será dos veces más grande y tres veces más pesado que Spirit y Opportunity, los dos vehículos que aún están en funcionamiento sobre la superficie de Marte. Analizará muestras de suelo y rocas en busca de componentes orgánicos y registrará las condiciones medioambientales del planeta rojo.
La unidad se puede fabricar a un coste de 6 euros y funciona sin baterías
Un equipo de investigadores de la Universidad de Michigan, liderados por Theodore Goodson, ha presentado en la Sociedad Química de Estados Unidos un nuevo sistema de sensores. Estos dispositivos se tornan fluorescentes ante la radiación infrarroja, pero si hay explosivos cerca de ellos no reaccionan y pueden delatar así su presencia. Se piensa en las tropas desplegadas en Irak como los primeros usuarios.
«Sunstorm» se publicó en el 2005. Es el segundo libro de una serie, conocida como «A Time Odyssey», y parece ser que no se ha traducido al castellano. ¿Con qué probabilidad se traducirá? Es difícil imaginarlo. Las críticas de algunos lectores no son favorables. Dicen sentirse decepcionados. Argumentan que la conexión con el primer libro, «Time’s Eye», no existe realmente, que no se responde a ningún enigma precedente. Dicen también que los personajes no tienen fuerza, que les falta carisma. Y quizás no les falte algo de razón.